La estampida de precios que azota Argentina en las últimas semanas ha puesto de relieve la necesidad de contar con billetes de mayor denominación. El Banco Central, bajo la dirección de Santiago Bausili, se encuentra evaluando la emisión de billetes de $20.000 y $50.000 para aliviar la carga que supone la actual realidad monetaria.
El actual billete de máxima denominación, el de $2.000, ha perdido gran parte de su valor adquisitivo. En la práctica, equivale a solo dos dólares, lo que lo hace insuficiente para cubrir las necesidades básicas.
Bausili ya había anticipado esta decisión a los bancos. Las especificaciones técnicas de los nuevos billetes ya están listas y se retomaron las tareas que se habían iniciado en la gestión de Miguel Ángel Pesce.
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Las dudas giran en torno a la denominación final. Se había pensado en billetes de $5.000 y $10.000, pero la escalada inflacionaria podría hacer que estas opciones sean insuficientes en poco tiempo.
Otro desafío es la situación de la Casa de la Moneda, que aún no tiene presidente designado. Su producción se encuentra abocada a los billetes de $1.000 y $2.000, por lo que la emisión de nuevos billetes podría enfrentar demoras o requerir la importación de papel moneda, con el elevado costo que ello implica.
La necesidad de billetes de mayor denominación es un reflejo de la grave crisis económica que atraviesa Argentina. Si bien la medida puede aliviar temporalmente la carga de la inflación, no representa una solución al problema de fondo. Es necesario implementar medidas de política económica que ataquen las causas de la inflación de manera efectiva.
En este contexto, la decisión del Banco Central de emitir billetes de $20.000 y $50.000 es un parche más a un problema complejo que requiere soluciones profundas.