La rivalidad entre las hinchadas de Peñarol y 9 de Julio se salió de control, transformando lo que debería haber sido un enfrentamiento deportivo en un caos total.
Lo que prometía ser un emocionante encuentro deportivo entre 9 de Julio y Peñarol se vio empañado por la violencia desatada en la previa, llevando a la suspensión del partido correspondiente a la revancha de la tercera fase de la Copa Santa Fe. El Coloso “German Soltermam” se convirtió en escenario de disturbios que afectaron incluso a los propios jugadores.
La rivalidad entre las hinchadas de Peñarol y 9 de Julio se salió de control, transformando lo que debería haber sido un enfrentamiento deportivo en un caos total. El incidente tuvo lugar antes del inicio del partido, cuando aficionados de ambos equipos protagonizaron enfrentamientos con la policía en las tribunas.
La tensión escaló a un punto crítico cuando la barra de Peñarol intentó robar una bandera del equipo local como un “trofeo”, lo que provocó una confrontación que se trasladó al campo de juego.
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Lamentablemente, esta situación no solo afectó a los hinchas, sino también a los jugadores, ya que dos futbolistas del equipo visitante, Bustos y Pinzano, resultaron alcanzados por el gas pimienta utilizado por las fuerzas de seguridad para controlar los disturbios.
La suspensión del encuentro es un duro golpe para el fútbol local y provincial, y una vez más pone de relieve la lamentable presencia de violencia en el deporte. Las consecuencias de esta interna entre las parcialidades aún no están claras, pero es indudable que la imagen de la Liga Rafaelina ha sido afectada.
Ahora, queda en manos del tribunal de disciplina determinar las acciones a seguir y las eventuales sanciones que recaerán sobre los responsables de este triste episodio. La violencia en el fútbol no solo afecta a los equipos involucrados, sino también a la comunidad deportiva en su conjunto, generando una sombra sobre lo que debería ser una celebración del juego limpio y la pasión por el deporte.