
La noticia de la caída de la Junta Central de Sevilla desata la exigencia de un Cabildo Abierto en Buenos Aires.
El viernes 18 de mayo de 1810 marcó un punto de inflexión en Buenos Aires. La llegada de la fragata inglesa Mistletoe confirmó el rumor que venía circulando: la Junta Central de Sevilla, el último bastión del poder español, había sucumbido ante las fuerzas napoleónicas. Ante este panorama, el virrey Cisneros intentó apaciguar los ánimos con una proclama que advertía sobre la posible pérdida de la Península y proponía una Regencia Americana en nombre de Fernando VII, alertando sobre “genios inquietantes y malignos”.
Sin embargo, la noticia de la caída de la Junta debilitó irreversiblemente la autoridad de Cisneros. La agitación política crecía en la ciudad, y esa misma noche, los jóvenes revolucionarios se reunieron en la casa de Rodríguez Peña. Allí tomaron una decisión crucial: exigir al virrey la convocatoria a un Cabildo Abierto para debatir el futuro del Virreinato del Río de la Plata. Juan José Castelli y Martín Rodríguez fueron los encargados de llevar este ultimátum a Cisneros.