
El crecimiento fue de apenas 0,1% y el índice líder acumuló tres meses de retroceso, marcando un freno preocupante en la recuperación económica del país.
La economía argentina muestra signos de agotamiento. Aunque el último informe del Centro de Investigación del Ciclo Económico de las Bolsas de Comercio de Santa Fe y Rosario reveló un marginal repunte del 0,1% en la actividad económica durante mayo, este dato no logra disipar las señales de alerta que emiten otros indicadores clave. Después de una caída en marzo (-0,1%) y el estancamiento en abril, la situación actual sugiere que la recuperación se sostiene, pero a un ritmo cada vez más lento y con desafíos importantes.
El Índice Líder de Actividad (ILA-ARG), un barómetro crucial para prever los cambios del ciclo económico, cayó un 0,2% en mayo, encadenando así tres meses consecutivos de retrocesos. Este freno se siente con fuerza en sectores vitales para la economía nacional. La construcción experimenta una desaceleración notable, el empleo privado muestra un deterioro constante y el consumo se resiente. Incluso la inversión estatal, medida por el gasto de capital del Estado nacional, alcanzó su segundo registro más bajo de toda la serie histórica, lo que subraya una marcada retracción del impulso público en la economía.
Señales mixtas, pero el termómetro apunta a la desaceleración
A pesar de que el crecimiento interanual de la actividad económica se sitúa en un 6%, un dato que podría oxigenar el discurso oficial, un análisis más detallado de la lectura mensual revela un escenario menos optimista. De las doce series que componen el ILA-ARG, solo siete mostraron variaciones positivas en mayo. Las cinco restantes, con caídas más pronunciadas, fueron las que arrastraron el promedio general hacia abajo, confirmando la tendencia a la desaceleración.
Uno de los puntos que genera mayor preocupación es el retroceso del empleo formal. El número de asalariados privados registrados disminuyó por tercer mes consecutivo (-0,1%), acumulando una preocupante caída interanual del -0,2%. A esta situación se suma la contracción del salario bruto, que en mayo se redujo un 0,7%, reflejando el persistente rezago de las negociaciones paritarias frente a una inflación que sigue erosionando el poder adquisitivo de los trabajadores.
La combinación de una inversión estatal en baja, un empleo registrado en declive y un índice líder que anticipa la desaceleración, configura un panorama complejo para los próximos meses en la economía argentina.