Falleció la monja más vieja del planeta, fanática del asado y bendecida por el Papa

La brasileña Inah Canabarro Lucas, quien a sus 116 años ostentaba el título de la persona más longeva del mundo, murió en Porto Alegre. Era una apasionada del asado y la fe, y hasta había recibido la bendición del Papa Francisco.

El mundo despidió este miércoles a Inah Canabarro Lucas, la monja brasileña que a sus 116 años se había convertido en la mujer más vieja del planeta. Su fallecimiento en Porto Alegre fue confirmado por la Congregación de las Hermanas Teresianas, la comunidad religiosa a la que dedicó su vida.

“En este día, que la resurrección abrace a la Hermana Inah Canabarro, damos gracias por su entrega y dedicación. Pedimos que el Señor, Padre de bondad, la reciba y la acoja en su infinito amor”, expresó conmovida la congregación en un comunicado.

Inah había alcanzado el reconocimiento como la decana de la humanidad tras la partida de la japonesa Tomiko Itooka, también de 116 años, en enero pasado. Ahora, este singular título recae en Ethel Caterham, una mujer británica de 115 años y 252 días, según los registros del Grupo de Investigación Gerontológica (GRG) y LongeviQuest.

Una vida de fe y servicio con raíces en Sudamérica

Nacida el 27 de junio de 1908 en San Francisco de Asís, en el estado brasileño de Rio Grande do Sul, Inah Canabarro Lucas abrazó la vida religiosa a los 16 años en una escuela teresiana cercana a la frontera con Uruguay, en Santana do Livramento. Su camino la llevó a Montevideo y finalmente a ser ordenada monja a los 26 años.

A lo largo de su trayectoria, se destacó como profesora y secretaria dentro de su congregación, dejando una marca imborrable por su disciplina, calidez humana y profunda vocación de servicio. “Disciplina en el trabajo y en la vida. Siempre trabajó duro, fue muy comunicativa y acogedora”, recordó con afecto Rita Fernandes Barbosa, coordinadora provincial de las Hermanas Teresianas.

Un momento particularmente emotivo en su vida fue en 2018, cuando a sus 110 años, recibió la bendición apostólica del mismísimo Papa Francisco. El certificado de esta especial distinción ocupaba un lugar privilegiado en su habitación.

El secreto de una vida larga y plena (¡y su amor por el asado!)

Consultada sobre el secreto de su longevidad, Inah no dudaba en señalar su fe: “Dios. Él es el secreto de la vida. Es el secreto de todo”. Según su familia, su partida se debió a causas naturales, describiendo cómo “su organismo se fue apagando poco a poco, sin ninguna enfermedad”, según explicó su sobrino Cleber Vieira Canabarro Lucas. El certificado de defunción confirmó una “disfunción orgánica múltiple”.

Inah se convirtió en la segunda monja más longeva de la historia, solo superada por la francesa Lucile Randon, quien vivió hasta los 118 años.

Más allá de su vida religiosa, Inah era una apasionada hincha del Sport Club Internacional de Porto Alegre, ¡con camisetas y almohadones del club! En su cumpleaños 116, la institución la saludó afectuosamente, destacando sus “116 años de vida dedicados a la bondad, la fe y el amor por el Club del Pueblo”.

Y como buena sudamericana, ¡era fanática del asado! “Para un cumpleaños, pidió un cochinillo asado entero”, rememoró Rita Barbosa. Su vitalidad era tal que hasta los 112 años continuaba pintando sobre tela y cartón.

Su única intervención quirúrgica fue a los 106 años, cuando se operó de cataratas, lo que le permitió seguir disfrutando de sus pasatiempos. Incluso en sus últimos años, a pesar de algunas dificultades auditivas y visuales, mantenía una rutina diaria estricta de vigilia, comidas y rezos.

Con su partida, se despide una figura excepcional que dejó una huella imborrable en su comunidad y en todos aquellos que tuvieron el privilegio de conocerla.