Conmoción en la Policía de Santa Fe por el suicidio del Comisario Diego Gamero tras ser “dejado sin funciones”

La fuerza policial santafesina atraviesa un profundo dolor tras la drástica decisión del Comisario Diego Gamero, quien se quitó la vida luego de ser removido de su cargo sin explicaciones. Su caso expone una preocupante práctica interna.

La Policía de Santa Fe se encuentra consternada tras la trágica muerte del Director de Policía Diego Alejandro Gamero, quien se suicidó luego de ser “dejado sin funciones” por disposición de la Jefatura. La noticia generó un profundo impacto entre sus colegas, especialmente aquellos que compartieron labores con él en la Unidad Regional XIII del departamento San Cristóbal y, más recientemente, en la División Personal.

Sin mediar una explicación oficial, Gamero fue pasado a “disposición de Jefatura” – una figura administrativa interna que implica quedar sin destino ni funciones activas. Esta práctica, conocida internamente como “mandarlo al banco”, no constituye una sanción formal ni un pase a retiro, sino un desplazamiento silencioso que priva al efectivo de su propósito laboral y reconocimiento, afectando su salud mental, identidad profesional y sentido de pertenencia institucional.

El hecho ocurrió en la ciudad de Santa Fe y, aunque se aguardan precisiones oficiales, allegados señalan el contexto administrativo como un factor determinante en el deterioro anímico de Gamero. Su caso no es aislado, ya que esta práctica de mantener a policías en una situación de indefinición se repite con preocupante frecuencia dentro de la fuerza.

Esta forma de maltrato institucional vulnera derechos fundamentales, como el acceso a un puesto de trabajo acorde a la jerarquía, experiencia y perfil profesional, principios establecidos en normativas internas y convenios internacionales de la OIT.

La muerte de Gamero pone de manifiesto las graves consecuencias de una cadena de omisiones institucionales, psicológicas, políticas y sociales que afectan a quienes no encuentran contención ni diálogo en una estructura verticalizada.

En este contexto, diversos sectores exigen una auditoría institucional seria sobre esta modalidad y la implementación de protocolos efectivos de salud mental. La falta de estadísticas sobre suicidios dentro de la fuerza y la ausencia de políticas integrales de contención agravan un problema que permanece invisibilizado.

La consigna de “proteger a quienes nos protegen” no puede quedar solo en palabras. La muerte de Diego Gamero debe ser una advertencia y un llamado urgente a revisar un sistema que, en lugar de contener, en ocasiones margina y empuja al abismo.