Papá. Papi. Viejo. Pá. Padre. Estas palabras resuenan en todos los idiomas, pero todas comparten un mismo sentimiento: el cariño hacia esos hombres especiales en nuestras vidas. El Día del Padre, celebrado en diversos países, es una ocasión para reconocer y agradecer el amor y el esfuerzo que todos los padres, biológicos o adoptivos, dedican a sus hijos.
La historia de esta celebración se remonta a comienzos del siglo XX en Washington, Estados Unidos. En 1909, Sonora Smart Dodd, inspirada por el Día de la Madre, propuso honrar a su padre, William Smart, un veterano de la Guerra Civil que crió solo a sus hijos tras la muerte de su esposa. El 5 de junio, fecha de cumpleaños de su padre, marcó el inicio del Día del Padre.
Aunque la idea ganó popularidad, no fue hasta 1966 que el presidente Lyndon Johnson oficializó la celebración para el tercer domingo de junio.
Desde entonces, muchas naciones han adoptado esta fecha para reconocer la importancia y el sacrificio de los padres en la crianza de sus hijos.
En Argentina, el Día del Padre se celebra el tercer domingo de junio, al igual que en Estados Unidos y muchos otros países. Sin embargo, la fecha original propuesta en el país fue el 24 de agosto, en honor a José de San Martín, considerado el “Padre de la Patria”, cuya hija nació en esa fecha en 1816.
Hoy en día, el Día del Padre se celebra con regalos, dibujos, llamadas y desayunos en la cama en todo el mundo, demostrando gratitud hacia esos hombres que desempeñan un papel fundamental en la vida de sus hijos.
Es una celebración cargada de amor y recuerdos, una oportunidad para expresar lo mucho que significan esos “Papá”, “Papi” o “Viejo” en nuestras vidas.
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