Enclavada en una de las zonas más exclusivas de Uruguay, la icónica casa “Casablanca” de Mirtha Legrand representa mucho más que una propiedad de lujo.
Este chalet, adquirido por la diva de la televisión argentina junto a su esposo, el cineasta Daniel Tinayre, en los años 70, combina valor emocional e inmobiliario, siendo hoy un tesoro familiar con una tasación superior a los 4 millones de dólares.
Aunque en su momento su ubicación en José Ignacio, entonces un pequeño pueblo de pescadores, generó críticas por su lejanía del centro urbano, Mirtha y Daniel supieron reconocer el potencial de esta zona.
La propiedad, que se caracteriza por sus espectaculares vistas al mar y su acceso directo a la playa, se convirtió rápidamente en un refugio de tranquilidad y exclusividad.
Una casa con historia y modernidad
Actualmente, “Casablanca” pertenece a Marcela Tinayre, hija de Mirtha Legrand, quien recibió esta joya como un regalo de sus padres. Aunque la casa conserva su esencia original de los años 70, con un estilo típico de chalet, ha sido renovada y modernizada a lo largo del tiempo.
Entre sus características más destacadas se encuentran sus amplios parques, ideales para disfrutar en familia, una piscina rodeada de vegetación, y un deck equipado con muebles de diseño contemporáneo.
El acceso exclusivo a la playa es uno de los principales atractivos de esta propiedad, convirtiéndola en un lugar ideal para pasar los veranos en familia. Además, su ubicación en José Ignacio, ahora uno de los destinos más prestigiosos de Uruguay, le aporta un alto valor inmobiliario y un entorno envidiable.
Un legado que trasciende generaciones
“Casablanca” no es solo una propiedad, sino un legado familiar que ha sido testigo de innumerables recuerdos compartidos por la familia Legrand-Tinayre. Su combinación de lujo, historia y exclusividad la posiciona como un ícono dentro del mundo inmobiliario y un reflejo del estilo de vida sofisticado que caracteriza a Mirtha Legrand.
La historia de esta casa es un ejemplo de cómo una visión acertada puede transformar una propiedad en un verdadero emblema, tanto para una familia como para la región en la que se encuentra. “Casablanca” es más que una casa: es un símbolo de elegancia y tradición que seguirá marcando generaciones.