Boleta Única de Papel: La nueva ley que cambia el sistema electoral argentino

El Congreso de la Nación aprobó recientemente la Boleta Única de Papel (BUP), marcando un punto de inflexión en el sistema electoral argentino.

Esta nueva ley, que fue impulsada por el Gobierno con el apoyo de bloques dialoguistas, se convertirá en la herramienta principal para las próximas elecciones legislativas y presidenciales, tras años de debates y controversias.

La BUP es una propuesta que había obtenido media sanción en 2022 en la Cámara de Diputados, pero que quedó estancada en el Senado hasta principios de este año.

Finalmente, tras un acuerdo entre el Gobierno y diversos sectores, se aprobó por 143 votos a favor, 87 en contra y 5 abstenciones. Aunque la reforma fue rechazada por el kirchnerismo y criticada por algunos sectores de la izquierda, los bloques oficialistas y opositores dialoguistas lograron suficiente apoyo para llevarla adelante.

¿Qué implica la Boleta Única de Papel?

El nuevo sistema electoral sustituye a la tradicional boleta partidaria por una única boleta en la que figuran todos los candidatos y agrupaciones políticas que participan de una elección. Este formato ya se utiliza en provincias como Mendoza y ha sido elogiado por su capacidad para garantizar mayor transparencia, evitar el robo de boletas y reducir los costos de impresión.

La Boleta Única estará dividida en filas horizontales, donde cada cargo electivo será claramente identificado, y en columnas verticales para cada agrupación política. A partir de ahora, los ciudadanos marcarán sus opciones electorales dentro de casilleros específicos para cada cargo.

Entre los principales puntos del proyecto se destacan:

  • La inclusión de la fotografía en color de los candidatos a presidente y vicepresidente, así como de los dos primeros candidatos a senadores y diputados nacionales.
  • En el caso de los diputados y parlamentarios del Mercosur, se detallarán los primeros cinco nombres de cada lista, con fotos de los dos primeros postulantes.
  • La eliminación del casillero de lista completa, lo que evita que los votantes opten por una boleta íntegra de un solo partido, obligando a marcar cada cargo por separado.

Críticas y elogios

El debate en torno a la Boleta Única de Papel no estuvo exento de críticas. Desde el kirchnerismo, el diputado Carlos Castagneto argumentó que la reforma busca “destruir los partidos políticos” y advirtió sobre el impacto negativo que podría tener en la participación democrática. También se señaló que la eliminación del casillero de lista completa podría limitar opciones para los votantes.

Por otro lado, legisladores del PRO y de otros sectores que apoyaron la reforma defendieron la medida como un paso clave para asegurar mayor equidad en la contienda electoral. La diputada Silvia Lospennato subrayó que la Boleta Única “disminuye el peso del dinero en las elecciones” y asegura una competencia más justa entre los partidos.

El radicalismo, por su parte, anticipó que insistirá en un futuro con la reincorporación de la lista completa, señalando que su eliminación restringe una opción importante para los electores. Sin embargo, apoyaron la reforma como un avance necesario en el sistema electoral.

Implicaciones para el futuro

Con la aprobación de esta ley, Argentina se une a otros países que ya utilizan un sistema de boleta única, lo que promete mejorar la transparencia y reducir irregularidades en el proceso electoral. Además, la BUP pretende solucionar problemas como el robo de boletas, una práctica que ha generado polémica en elecciones pasadas.

El Gobierno también destacó que este sistema permitirá un mejor control sobre los recursos económicos en las campañas electorales, reduciendo el gasto público en la impresión de boletas partidarias y aumentando la eficiencia en la organización de los comicios.

No obstante, el debate sobre los costos de implementación y la logística necesaria para el cambio de sistema sigue siendo un punto de controversia. Legisladores como Eduardo Valdés señalaron que la BUP podría ser más cara que el sistema actual, aunque los defensores de la reforma argumentan que los beneficios a largo plazo superan esos costos iniciales.